La ruta de los azulejos en Lisboa

La esencia de la vieja Lisboa se encuentra contenida en los azulejos que decoran las fachadas y los interiores de tantos edificios históricos de la capital portuguesa.

Estas baldosas de cerámica esmaltada y decorada empezaron a fabricarse a partir del siglo XV cuando los alfareros cristianos adoptaron y transformaron runa vieja técnica del arte islámico (en árabe zuleiq significa piedra pulida). A partir de ese momento, toda la ciudad fue revestida con los brillantes colores: el azul cobalto y el blanco sobre todo, pero también el marrón, verde y el rojo engalanaron palacios y monumentos.

Estas hermosas creaciones son una de las señas de identidad de Portugal. Si decides aprovechar alguna de las magníficas ofertas de hoteles en Lisboa y te lanzas a la aventura de descubrir este fantástico destino, no dudes en seguir el rastro urbano de los azulejos, una encantador amanera de sumergirse en el pasado y viajar a través de la historia, hasta el mismo corazón de la ciudad.

El primer paso es la visita al deslumbrante Museo Nacional do Azulejo, situado en un precioso edificio histórico en la Rua da Madre de Deus. Allí, además de tener la oportunidad de admirar algunas de las más hermosas creaciones, conoceremos todos los detalles de la elaboración del azulejo y su uso ornamental. Vale la pena la visita, aunque solo sea para contemplar el espectacular mosaico llamado “Panorama de la Gran Lisboa”, de más de doce metros de largo.

La Ruta del Azulejo en Lisboa nos llevará desde allí por los barrios más genuinos de la capital: Alfama, Chiado, Bairro Alto… Algunos ejemplos destacados podrían ser la fachada de la Iglesia de São Vicente de Fora, cuyos azulejos representan algunas famosas escenas de los cuentos del escritor francés Jean de La Fontaine.

Pero los azulejos no solo aparecen en las fachadas, también están presentes en esquinas y zaguanes de las casas viejas: son imágenes de santos que guardan y bendicen las puertas de los hogares lisboetas. Y del mismo modo decoran los interiores de los salones y patios más ilustres, o de locales comerciales tan famosos como la cervecería Trinidad o la Antiga Confitaria de Bélem, donde se sirven los míticos pastelillos de crema y canela, únicos en el mundo.

Además de todo esto, no olvides que un auténtico azulejo, elaborado y pintado a mano, puede ser el souvenir perfecto de tu viaje a Lisboa. Un pedazo del alma de la ciudad que te puedes llevar a casa y que llenará tu hogar de la belleza y la elegancia de la ciudad del fado.

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